jueves, 15 de mayo de 2008

El Vaticano podría aceptar la existencia de ET



Como todo el mundo sabe, la Iglesia Católica se caracteriza por su férreo conservadurismo y sus lentos reflejos a la hora de actualizar su doctrina a la nueva realidad de la Ciencia. Como ya ocurriera con el procesamiento por "hereje" al sabio italiano Galileo Galilei, por sugerir, entre otras ideas, que la Tierra no es el centro del universo (había descubierto que Júpiter tiene cuatro lunas que giran a su alrededor), durante el Renacimiento y siglos posteriores hubo otros muchos mártires que dieron su vida por el avance de la Ciencia y que cayeron por el yugo vaticano. Me refiero por supuesto al italiano Giordano Bruno (1548 - 1600), que murió en la hoguera el 17 de febrero de 1600 por "hereje".

¿En qué consistieron esas ideas peligrosas que podrían corromper las mentes cándidas y maleables del pueblo llano de la época? Bruno ni más ni menos que se atrevió a sugerir que las llamadas estrellas fijas no eran puntos de luz ensartados en una esfera lejana que rotaba en torno a la Tierra, sino que realmente eran estrellas como nuestro Sol, alrededor de las cuales podrían existir planetas, algunos de los cuales podrían estar habitados.

Por supuesto Bruno pagó su osadía en la hoguera y ha caído en el olvido, a pesar de ser uno de los grandes de la Ciencia con mayúsculas. Hoy día tiene en su honor una estatua en el Campo dei Fiori de Roma (Italia), visita obligada de todo astrónomo profesional o aficionado que visita la ciudad eterna.



Como decía, la Iglesia siempre es lenta de reflejos. Por eso no ha necesitado nada más que 408 años para darse cuenta de que Bruno tenía razón. Según se ha sabido esta semana, José Gabriel Funes, astrónomo jefe del Vaticano, la existencia de hombrecillos verdes en otros planetas de la galaxia no se ve reñida con la fe católica. Y aunque no se trata de un posicionamiento oficial de la vetusta y oxidada jerarquía vaticana, algo es algo. Y nunca es tarde si la dicha es buena. Aunque desde luego ya se podrían meter por donde les cupiera sus dichosas hogueras, que todavía hoy continúan aunque transmutadas en otras formas.

Como científico, no puedo más que sentir rabia por Giordano Bruno, que tanto se adelantó a su tiempo y que por ello vivió incomprendido. Desde luego Bruno debe ocupar un puesto de honor en la historia de la Astronomía.

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