viernes, 29 de diciembre de 2006

Comprando unos prismáticos para Astronomía



Ayer me compré por fin unos prismáticos o binoculares, tras mucho tiempo que lo llevaba postergando. Me pasé por mi tienda favorita de Madrid, Óptica Roma, situada en la Plaza de Manuel Becerra. El modelo que me ofrecieron fue un Vixen Última 7x50, por unos 295 €. ¿Qué significan estos números que se adjuntan siempre a los nombres de los prismáticos?

El 7x indica que este instrumento ofrece un aumento del 700%, es decir, los objetos que se observan a través de los prismáticos parecen estar 7 veces más cerca de lo que realmente están, con lo que se ven también 7 veces más grandes. Por otro lado, el 50 significa que el diámetro de las lentes del prismático es de 50 mm, o sea, 5 cm. Como podéis imaginar hay diversas combinaciones entre tamaño de las lentes y aumentos, ofreciendo toda una gama de posibilidades para todos los usos, desde los gemelos de teatro, a prismáticos para observar aves, pasando por los binoculares astronómicos.

Hay que indicar que cuando uno mira al cielo con los prismáticos, el pulso le juega a uno una mala pasada, debido a que se pierde toda referencia con el suelo. Es por ello que no se consigue fácilmente mantener la mirada fija en un punto del cielo. Para solventar este problema, es recomendable apoyar los brazos o los prismáticos en algo fijo, ya sea la barandilla de nuestra terraza o un bastón de altura adecuada. Si queremos mirar cerca del cénit (el punto del cielo situado justo sobre nuestras cabezas), no nos quedará más remedio que tumbarnos sobre una esterilla, manta o hamaca. Si usamos prismáticos más grandes, tendremos que ponerles un trípode para evitar la vibración del pulso.

Un concepto interesante a la hora de comprar unos prismáticos es el llamado pupila de salida. Se trata del tamaño del haz de luz que sale por los oculares. Lo que interesa es que dicho haz sea aproximadamente del mismo diámetro o algo menor que nuestra pupila, para que así no estemos desaprovechando parte de la luz. El tamaño de dicha pupila de salida se puede calcular fácilmente dividiendo el tamaño de las lentes en milímetros entre los aumentos. En mi caso, 50/7 = 7'1 mm. Éste es el tamaño óptimo para la pupila de salida, pues coincide con el tamaño máximo de nuestra pupila, tras un proceso de adaptación a la oscuridad de unos 20 minutos aproximadamente. Con la edad, nuestra pupila se va haciendo más pequeña, ya que puede ser de sólo 5 mm. Es por ello que en esos casos se recomienda usar prismáticos del tipo 10x50, en vez de los 7x50.

¿Y qué se puede observar con unos prismáticos como los que me he comprado? Para empezar, la Luna ofrece ya unos detalles que no se aprecian a simple vista. Es muy interesante seguirla día a día, e ir comprobando cómo la luz solar va incidiendo con distintos ángulos sobre la superficie lunar. También se pueden observar algunas nebulosas, como la de Orión, o algunos cúmulos de estrellas, como las Pléyades y las Híadas en Tauro. Incluso puede llegar a verse la Galaxia de Andrómeda.

Algunas estrellas vistas con prismáticos resultan ser binarias, es decir, formadas por dos componentes muy cercanas. Los planetas sin embargo no llegan a verse adecuadamente, ya que los aumentos no son los suficientes para distinguir su superficie.

Lo que hay que tener muy presente es que NUNCA ha de mirarse al Sol directamente ni con prismáticos ni con cualquier otro instrumento astronómico, so pena de sufrir graves e irreversibles daños en la retina. Para ello, es mejor realizar una observación por proyección.

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